viernes, 11 de julio de 2008

Palermo Viejo



Palermo, Junio de 2008.

Beso otoñal



Cuánto me cuesta todo. Por empezar, escribir. Meses conviviendo con una escritora en vano. Me cuesta hacer. Me cuesta decidir. Me cuesta hablar. Estoy viviendo el duelo migratorio, parece. Duelo que tendría que haber hecho antes. Duelo que tendría que haber hecho antes que apareciera Adriana. Como sí hice antes otra vez. Pero esta vez, se ve que no pude. Que era tanto el dolor que creía que se me avecinaba, que preferí evitarme hacer el dolo. Y así me fui con un excesivo exceso de equipaje. ¿Y ahora? Son los pasos perdidos. Como los de Alejo Carpentier.

Palermo, Junio de 2008.

Uno mismo el idioma...









Palermo, Junio de 2008.

Celulitis


Palermo, Junio de 2008.

Cacería





De caza. A la saga. Buscando una nueva presa. Buscando pescar el pez de oro sin haber tejido previamente la red de oro. O sea, un imposible. Como todos esos objetivos que me propongo sin saber que están más allá de mi alcance. Una empresa que desde el comienzo está destinada al fracaso. No es pesimismo. Es afán por la frustación constante. Es sueño de grandeza. Es inconsciencia premeditada. Es un salto hacia adelante. Siempre hacia adelante. Hasta que la pared se materializa en toda su realidad. Nunca atacar con una mano adelante y otra atrás. Todas las cartas a ganador. Arriesgar hasta lo que no tengo. Para recuperar la sensación perdida de sentirme en bolas y la brisa sobre las partes olvidadas. Pues es eso y muchos círculos viciosos. Y una brújula rota.

Palermo, Junio de 2008.

Glorieta




Lugar soñado. Nunca fuiste. Nunca lo dije. Los tiempos pasaron. La oportunidad también. No estás deprimido, estás distraído. No pones atención. Y ahora ese lugar ya no significa nada. Apenas una tonta anécdota que se olvida rápidamente. Pero al menos por el momento yo he vuelto.
Palermo, junio de 2008.

El aplauso a los actores desaparecidos











Junio de 2008.