jueves, 9 de abril de 2009

Noche en Morelos




"Anoche - son palabras de la propia luna - surqué el claro cielo de la India y me miré en el Ganges. Mis rayos intentaron atravesar la tupida maraña que las viejas platáneas tejían, formando como la concha de una tortuga. Entonces llegó de la espesura una muchacha india, grácil como una gacela, bella como Eva. ¡Tenía algo tan aéreo y sin embargo tan real esta hija de la India! Era como si pudiese adivinar sus pensamientos a través de la fina piel. Las lianas espinosas desgarraban sus sandalias, pero avanzaba decidida. Las fieras que volvían del río donde apagaban su sed, rehuían su encuentro, pues llevaba en la mano una lámpara encendida. Podía ver la fresca sangre en los finos dedos que hacían de pantalla sobre la llama. Se acercó al río, puso la lámpara en el agua y se la llevó la corriente. La llama vaciló, como si fuese a apagarse, pero siguió ardiendo y los ojos oscuros ardientes de la muchacha la siguieron con un destello de dicha tras sus largas y sedosas pestañas. Ella sabía que si la lámpara seguía brillando hasta perderse de vista era señal de que su amado vivía; si se apagaba, en cambio, era que había muerto. Y la lámpara ardía vacilante y su corazón ardía y vacilaba. Se arrodilló y se puso a orar. A su lado yacía en la hierba la húmeda serpiente, ella pensaba en Rama y en su amado. "¡Vive!", estalló jubilosamente. Y las montañas repitieron: "¡Vive!".




ALBÚM SIN LÁMINAS: Primera Noche.


Hans Christian Andersen.

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