Nabila no recordaba haber vivido un solo día sin el miedo a la oscuridad. Sus hermanos le tomaban siempre el pelo, en cuanto había un poco de oscuridad le pellizcaban por detrás un brazo o la espalda, o se escondían en un ángulo y maullaban como gatos salvajes para abalanzarse después gritando: "Aquí está el monstruo, el demonio que rechina los dientes."
Nabila nunca lograba reírse con estas bromas, gritaba asustada y se ponía a llorar.
Esto le sucedía a los cinco años y a los diez era exactamente lo mismo.
Cuando cumplió doce, la madre la llevó a una anciana del pueblo experta en estas cosas.
La vieja quiso saberlo todo sobre el parto: cuándo había sucedido, si de noche o de día. Si mientras estaba dando a luz había oído algún grito extraño, si había entrado en la habitación un murciélago u otro animal similar, si la niña había nacido de pie, si estaba cubierta de pelos. Para terminar, la mujer puso sus manos en torno a la cabeza de la niña y dijo: "Cuando se case se le pasará todo. "
¿Qué dice el viento? en Fuera, de Susanna Tamaro.
Mayo de 2008.
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