Cuando un obstáculo se opone a la unión, el éxito se obtiene atravesándolo con una enérgica mordedura. Esto rige en todas las circunstancias. En todos los casos en que no se logra la unidad, ello se debe a que es demorada por un entrometido, un traidor, un obstaculizador, alguien que frena. Entonces es necesario intervenir a fondo y con energía, para que no surja ningún perjuicio duradero. Tales obstáculos conscientes no desaparecerán por sí mismos. El enjuiciamiento y castigo se hacen necesarios para provocar intimidación y la consiguiente eliminación. Es importante que el hombre que decide sea de naturaleza bondadosa. Únicamente si uno se mantiene constantemente consciente de los peligros que surgen de la responsabilidad que uno ha tomado sobre sí, permanecerá libre de faltas.
Planetario de la Ciudad de Buenos Aires, Diciembre de 2008.