Ya no toco tu boca, ni con un dedo,
ni siquiera el borde de tu boca,
ya no puedo dibujarla como si saliera de mi mano,
como si por última vez tu boca se cerrara,
y no me basta cerrar los ojos para rehacerlo todo.
Hago morir cada vez la boca que ya no deseo,
la boca que mi mano elije borrarte en la cara,
una boca olvidada entre todas,
con soberana libertad olvidada por mí
para borrarla con mi mano en tu cara,
y que por una causa que busco comprender no coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te borra.
Ya no me miras, no de lejos me miras,
cada vez más lejos.
Recoleta, Diciembre de 2008.
No hay comentarios:
Publicar un comentario