lunes, 17 de marzo de 2008

Lobos marinos





Huele mal, señorita olfativa. Lo podrido huele feo. Lo muerto, lo caduco, lo vencido, lo olvidado, lo perdido, todo huele intensamente asqueroso. Y es tiempo de dejarlo atrás. Habrá que amputar, cortar, operar, pinchar, eliminar la pus y lamernos la sangre. Pero seguir. Que sólo se trata de una herida. No hallarán mis huesos los hombres, ni el sol los verá, ni las aves carroñeras los picotearán. ¡No! No es tiempo aún. Pero en la retirada hay que distraer al enemigo, debilitarlo. Hacerle creer que estamos heridos de muerte. Pero nunca encontrarán mis huesos. Antes de eso, les caeré de sorpresa con un ejército de miles de soldados tonificados en la ardua lucha de vivir. Ya verán.

Cabo Polonio, febrero 2008.

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