
Pequeño Tutankamon de pacotilla, acaso prentedes inmortalizarte? Pero esa nariz ya no recordará los aromas, vahos, perfumes y fragancias que sabido inhalar en otros tiempos. Pero esos ojos, huecos, con algodonescos párpados, no verán ni serán mirados. Solamente esa cabeza seguirá igual de dura y rígida como siempre.
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