¿A quién hablo? ¿A quién me dirijo? ¿Debe haber alguien ahí, oyendo, escuchando, asintiendo, para que tenga sentido lo que digo? ¿Qué ocurre si hay alguien, pero ese alguien no me escucha? ¿Qué ocurre si no hay nadie? ¿Qué pasa si no hay nada, fuera? ¿Tiene obligatoriamente que haber alguien para que mi discurso sea inteligible, comprensible, real? ¿Estoy obligado a la locura, a la borrachera, al sonambulismo, a la fiebre delirante o al sueño si hablo sin que nadie me escuche? ¿O aun peor, estoy obligado a hacer teatro? ¿Es esto teatro? ¿Qué teatro? ¿Estoy obligado a hablarme conmigo mismo?
ITZIAR PASCUAL.
Floresta, Abril de 2008.
No hay comentarios:
Publicar un comentario